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La niña dormida. Día 4

  ‘‘Mejor desencontrarnos – Tú ahí – Yo – aquí con la puerta abierta.’’ Emily Dickinson     Dormita de pie, con un gato encima de la cabeza, doblada, en una mesa, encogida en posturas que ni el circo presenció en su máximo esplendor. Existe un desafío incorpóreo con la Bella Durmiente. ¿Quién ganará? Ella, porque ni un beso la despejará del sueño en el que reside. Por aquellas oscuras escaleras, su madre baja al obrador, más tarde, invadirá el olor a memoria, reconocimiento, alimento que no es solo una ingesta, es sustento que rebosa seguridad. Ella la acompaña, lo hará durante 15 días, en las distintas etapas, se enfurruña, irrita, pero sigue descendiendo, perpetuando,  hasta que el horno se apague. En el último rescoldo, se propaga un adiós a un calor que avivaba el corazón de aquel hogar. Después, reposará por desidia, apatía, necesidad de alejarse, una tristeza impregnada de realidad, remordimiento y lacra, culpa incluso de acertar; añora cada minut...

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